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Manejo de la acidez del suelo para optimizar la nutrición de su cafetal

Una de las limitantes comunes para la producción de café en muchas regiones de Colombia es la acidez. Cuando las raíces del café se desarrollan en suelos ácidos su crecimiento es menor, son menos eficientes en la absorción de agua y nutrientes, por lo tanto, las plantas son menos productivas.

La herramienta indispensable para el manejo de la acidez es el análisis de suelo, el cual ayuda a definir la dosis y la fuente de la enmienda (principalmente cales) para cada etapa del cultivo. La alternativa más efectiva para enfrentar este problema es el uso de cales, principalmente carbonatos de calcio y/o de magnesio.

Como la cal no es soluble su efectividad está dada por la forma de su aplicación. Es mucho más eficaz si se incorpora al suelo, práctica que solo puede efectuarse al momento de la siembra, de lo contrario pueden ocasionarse daños a las raíces.

Nutrición de cafetales

Para conocer la fertilidad del suelo y definir planes adecuados de nutrición es indispensable disponer de los resultados del análisis de suelo, herramienta que ayuda a reducir los riesgos económicos y ambientales. Para que el análisis de suelo tenga validez las muestras deben tomarse de manera adecuada y representativa de todo el lote, contar con un laboratorio confiable, interpretar los resultados correctamente y seguir las recomendaciones específicas para cada caso. El análisis de suelo también identifica el grado de la acidez y ayuda a definir las dosis y fuentes de enmiendas (cales) para la corrección del problema.

Contar con un almácigo vigoroso es el primer paso para el establecimiento exitoso de cafetales productivos y su permanencia en el campo. Para esta etapa de almacigo resulta beneficiosa la mezcla de suelo y abonos orgánicos bien descompuestos (principalmente pulpa de café, lombrinaza, gallinaza y pollinaza), así como la adición de fósforo en forma de DAP y el encalamiento en suelos ácidos. La aplicación de fertilizantes vía foliar no ha tenido efectos en el crecimiento de las plantas.

Antes de sembrar el colino en el campo deben realizarse las adecuaciones necesarias para mejorar las características físicas, químicas y biológicas del suelo mediante la aplicación de enmiendas, como abonos orgánicos y cales. Durante la etapa de levante, el nitrógeno es el elemento de mayor requerimiento y, por lo tanto, debe incluirse en todas las aplicaciones, pues de lo contrario la producción de la primera cosecha puede reducirse en 40%.

El suministro de fósforo, potasio y magnesio puede quedar sujeto a los resultados de los análisis de suelos. En un plan general de fertilización (sin análisis de suelo), pueden suministrarse las siguientes cantidades de nutrientes durante los primeros 18 meses después de la siembra: nitrógeno 60 g/planta, fósforo-P2O5 15 g/planta, potasio-K2O 15 g/planta, magnesio-MgO 5 g/planta. En el caso de contar con un análisis de suelo, será posible reducir las anteriores dosis, las cuales pueden distribuirse en tres o cuatro aplicaciones al año, de acuerdo a la cantidad y distribución de la lluvia.

El nitrógeno se considera el nutriente más limitante de la etapa de producción, pues cuando se excluye de los planes de fertilización, el rendimiento puede reducirse hasta en 80%. El potasio ocupa el segundo lugar y en suelos deficientes pueden presentarse reducciones de la producción cercanas al 30%. La respuesta al suministro de fósforo es ocasional y de baja magnitud, con una reducción en el rendimiento cuando los niveles de éste en el suelo son bajos. Es común observar deficiencias de magnesio en las hojas de las ramas productivas a medida que avanza el desarrollo de los frutos, pese a ello, las cantidades requeridas de este elemento no son altas. Rara vez se detectan síntomas de la deficiencia de azufre en las diferentes regiones cafeteras del país, y en cuanto a la respuesta a la fertilización se refiere, las cantidades requeridas se asemejan a las del fósforo y magnesio. Dada la poca ocurrencia de deficiencias de elementos menores en la mayoría de las regiones cafeteras del país, actualmente no se sugiere incluirlos de manera general en los planes de fertilización.

En general, mediante el suministro de las siguientes cantidades de nutrientes logran cubrirse las necesidades de los cafetales tecnificados con altas densidades de siembra y bajo nivel de sombra: 300 kg/ha/año de nitrógeno-N, 260 kg/ha/año de potasio-K2O y 50 kg/ha/año de fósforo-P2O5, 50 kg/ha/año de magnesio-MgO y 50 kg/ha/año de azufre-S. Estas cantidades pueden ajustarse con base en el análisis de suelo, la información acerca de la densidad de plantas por hectárea y el nivel de sombra.

Se recomienda realizar la fertilización al comenzar los períodos lluviosos; en contraste, el encalamiento puede realizarse en verano.